Cada día al atardecer, a las 18:00 horas, un misterioso flautista se ubica en la calle Valparaíso, entre Traslaviña y Ecuador, en Chile, para tocar flauta dulce. Su particular modo de vestir suscita la atención de más de un viñamarino que circula por la calle comercial.
Vestido como un mendigo, con paños sucios, harapos, unas sandalias rotas y un saco que utiliza para cargar sus pertenencias y las monedas que gana, todo lo que se ve de él son sus dedos al tocar su flauta.
Sin embargo lo que más caracteriza a este flautista son sus conductas extrañas: ladrarle a los perros, saludar a quienes lo evitan, hacer gestos extraños a los transeúntes o pegarse a sí mismo. Las melodías que interpreta son por lo general las mismas, monótonas, repetitivas y no tienen un ritmo definido. A veces se le ve caminar desde su lugar de trabajo hacia su hogar, ha sido visto en múltiples ocasiones en el sector de Recreo, por lo que es probable que resida ahí.
A pesar de su extraña apariencia, no asusta a los peatones, aunque de vez en cuando, un par de personas cruzan la calle para evitar su presencia. El personaje ya es parte de la parrilla de artistas de la calle y todos los viñamarinos lo han visto o han oído sobre él. Con movimientos pausados parte de la personalidad del personaje, para cada quince minutos para vaciar el vaso en donde le dejan aportes. A ratos se arregla el traje y el paño de su cabeza que deja entrever su cabello, se coloca la capucha y sigue tocando.
En general la reacción que causa es de misterio, muchos quieren saber quién es, a qué se dedica, cuántos años tiene o si necesita el dinero, pero en su anonimato yace el misterio.
La leyenda, incluso publicada por el diario LUN, dice que el hombre debajo de la máscara era padre de dos niños, un niño y una niña que solía tocar la flauta. Un día que padre e hijo llegaron a su hogar, la niña había sido brutalmente asesinada y el flautista, en su desesperación, se prendió fuego, lo que explicaría la razón de esconder su rostro y cuerpo. Su verdadero nombre, dicen, sería Eduardo Vega, aunque él mismo, se dice, se identificó como Isaac Vargas.
Además otra leyenda dice que si el flautista te señala mientras caminas serás víctima de una terrible maldición, entre otras variantes. “Si él te saluda”, cuenta otra versión de la leyenda, “te convertirás en su próxima víctima”...
La leyenda del flautista se extendió rápidamente desde Chile al resto del mundo de forma muy rápida. Según comentan, el flautista apareció de la noche a la mañana, aunque lo han visto a altas horas de la noche, paseando por calles desoladas junto a su perro,
Un indicativo de que su historia es solo es una leyenda es que el personaje debería tener las manos quemadas, además algunos comentan que han visto su rostro cuando se ha quitado su máscara para fumar un cigarrillo, y que es perfectamente normal, aunque resaltan sus rasgos de "loco". Sergio Muñoz, estudiante de quinto año de psicología en la PUCV, dijo sobre el tema que “me intriga, no me asusta. Me dijeron que estaba quemado, pero eso es un mito. De todas formas me gustaría saber si tiene un problema mental o sólo es un acto artístico”.
Posiblemente esté actuando, o no, quién sabe, pero los habitantes del lugar no parecen ponerse de acuerdo sobre su edad, algunos aseguran que parece de más de 50, otros de unos 20 y pocos (además destacan su pelo rizado y su belleza), pero si se ponen de acuerdo en su "problema psicológico".
Aunque resulte evidente que (posiblemente) tiene algún problema mental y que no sabe tocar la flauta correctamente, las personas que han hablado con él dicen que no hace ningún mal a nadie, que solo se trata, como es más lógico, de alguien estrafalario que quiere ganar algo de dinero en las calles y sobre el que se ha montado una extraña y cruel leyenda.